Según un informe de Boston Consulting Group (BCG), la mayoría de los países ya pueden cumplir con alrededor del 80% de las exigencias del Acuerdo de París sobre calentamiento global, sin necesidad de recurrir a tecnologías aún no desarrolladas. El impacto económico que supondría cumplir con este objetivo de reducción de las emisiones de CO2 se traduciría incluso en un aumento del PIB, en algunos casos de un 1% para el año 2050.
Implicarse en este objetivo no sólo reduciría la incertidumbre climática, sino que iría acompañado de una serie de beneficios de otra índole. Entre ellos, supondría la creación de millones de empleos verdes, en su mayoría, puestos de trabajo cualificados, que compensarían la destrucción de empleo como consecuencia de la descarbonización de la economía. A largo plazo, también supondría un abaratamiento de la energía, puesto que las fuentes renovables pueden ser locales y más económicas.