Según se desprende del informe La contribución socioeconómica de South Summit en España, elaborado por PwC, el ecosistema de emprendimiento nacional ha multiplicado por 20 su valor en una década, y podría superar los 83.000 millones de euros este año. En este crecimiento, 2012 fue el año clave. Con el desplome de la inversión financiera, los inversores empezaron a ver en las empresas emergentes (start-ups) una opción más viable para colocar su dinero y obtener rendimientos. Cuando el sector se estructuró, empezaron a entrar más inversores y el flujo de dinero siguió creciendo.
Una década después, España se ha colocado en cuarto lugar a nivel europeo en cuanto a número de start-ups, solo por detrás de Reino Unido, Francia y Alemania. Sin embargo, en cuanto a capacidades de innovación, España se sitúa en el puesto número 19 de 39 economías europeas, según el último Índice Global de Innovación, elaborado por la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual.