Los errores más frecuentes que convierten a un jefe en un mal líder

Son muchas las críticas que habitualmente se pueden escuchar de los trabajadores respecto a sus jefes: valoran negativamente su proceder, critican lo bien o mal valorados que están y se cuestionan su aportación real al proyecto. Son opiniones personasles, pero deben ser tenidas en cuenta para comprobar si nos encontramos ante un mal líder.
¿Cómo se puede saber si un jefe es un mal líder? Juan San Ándres, experto en productividad y factor humano, señana cuatro puntos clave a tener en cuenta para comprobarlo. Y advierte: «el coste de oportunidad de los malos líderes es incalculable, puesto que de él depende la dirección del equipo; y de estos, a su vez, el éxito de la empresa».
1. Desorganización
La desorganización de las labores de trabajo refleja que estamos ante un líder que no ha establecido un plan para lograr los objetivos de la compañía. Cuando un empleado no sabe exactamente cuáles son sus tareas, a qué elementos de su trabajo tiene que dar prioridad ni a qué compañero debe recurrir para solventar una incidencia puede estar casi seguro de que su jefe carece de liderazgo. «Los jefes deben fijar objetivos, diseñar y estructurar los procesos de trabajo para que la rutina no se instaure en la plantilla. Además, deben realizar un seguimiento del cumplimiento de los objetivos para que los resultados no sean los mínimos posibles», detalla San Andrés.
2. Desmotivación
Si la desmotivación se ha instalado entre los subordinados estamos ante la figura de un mal líder. Lograr un equipo motivado es clave para tener éxito ya que conseguir o no los objetivos depende de la implicación de los trabajadores. «Si un empleado desconoce cuál es el papel que su trabajo juega en la empresa no pondrá todo su interés en superar los obstáculos que se le presenten ya que, al primer fallo, abandonarán esa tarea», explica el experto.
Además, un jefe poco motivador lleva el riesgo añadido de que sus colaboradores no hablen bien de la compañía ni la recomienden. Para los empleados el jefe es un modelo a imitar y si carece de liderazgo los trabajadores volcarán en sus tareas sólo una fracción del valor y compromiso que podrían llegar a aportar en caso de tener un buen líder.
3. Escasa influencia
La capacidad de influir en otros jefes situados en su misma escala es otro elemento que destaca las carencias de un mal líder. Los empleados detectan cuándo un jefe tiene menos operatividad que los de otros departamentos lo que hace que ellos mismo se sientan infravalorados. Normalmente, este punto se alcanza por los dos anteriores, «la falta de objetivos determina la falta de logros y éstos la falta de influencia en sus pares, sus jefes y sus colaboradores», señala San Andrés. Así, si un líder pierde el poder de obtener cosas de su jefe, sus colaboradores dejarán de apreciarle.
4. Discurso grandilocuente
Un trabajador que escuche a su jefe recurrir a menudo al «esfuerzo y compromiso que espera de sus colaboradores» como fórmula universal para alcanzar los objetivos puede empezar a considerar que está ante un mal líder. Los jefes que carecen de dotes de liderazgo suelen apelar a conceptos como sacrificio, colaboración, comunicación o cooperación. Estos discursos suelen contrastar con la actuación del propio jefe donde estas actitudes no se perciben lo que les hace perder un atributo esencial de los líderes: la credibilidad.
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