La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) asegura que España es uno de los países más propicios al emprendimiento y el establecimiento de nuevas empresas gracias a una regulación sencilla y flexible que, además de haber reducido trámites burocráticos, favorece la inversión extranjera directa (IED).
El organismo concluye que el pobre desempeño de las pymes españolas en términos de productividad y crecimiento no responde al marco regulatorio, sino a la baja inversión y a la falta de profesionalización de sus gestores. De hecho, estas empresas invierten menos en equipamiento de información y comunicación, y en innovación, que sus homólogas europeas. Además, se sitúan mayoritariamente en sectores poco productivos y, aunque generan mucho empleo, este es de poco valor añadido.