Los precedentes de la automatización de la atención psicológica hay que situarlos en los años 60 cuando el MIT creó ELIZA, una aplicación que recreaba la conversación entre paciente y terapeuta. Desde entonces, las nuevas tecnologías se han ido incorporando al mundo de la psicología y mejorando con la llegada de internet, inteligencia artificial (IA), realidad virtual (RV) o realidad aumentada (RA), dando lugar a las llamadas ciberterapias. Así, chatbots como Woebot y aplicaciones como iFeel o Searching Help permiten hoy en día servicios psicológicos no presenciales.
Esta modalidad de tratamiento también tiene sus límites. Existen ciertos matices en la relación directa entre paciente y psicólogo que nunca se podrán reproducir a través de un chat o de una pantalla. Además, no existe formación suficiente sobre el uso de las terapias mediadas por tecnología, puesto que no se ha incorporado suficientemente en el currículo universitario y eso dificulta la investigación. Por todo ello, para psicopatías severas, tales como brotes psicóticos o trastorno bipolar, su utilización no es recomendable. En cambio, sí se pueden trabajar vía Internet las fobias, la ansiedad o el estrés.