Vuelven los aprendices al mercado laboral

Concéntrense, nos disponemos a viajar en el tiempo, concretamente, a la Edad Media. En un taller de una ciudad del norte de Europa, un maestro enseña a un joven aprendiz los secretos de su oficio. El chico apenas tiene 12 años, pero ya sabe lo que es levantarse muy temprano y no dejar de trabajar hasta bien entrada la noche. Durante seis años, ésta será su única vida. Deberá obedecer a su maestro y acudir sin falta al taller. A cambio, éste le mantendrá y le enseñará una profesión. Quid pro quo.
Avancen ahora unos cuantos siglos y observen cómo un joven aprende a preparar cócteles. Hoy, lo hace en la escuela de hostelería en la que estudia, pero mañana será el gran día, cuando tenga que poner en práctica lo aprendido en un bar de un céntrico hotel de Sttutgart. Durante dos años compaginará las clases en el centro de formación con su trabajo en el hotel y, desde el primer día, lo hará cobrando un sueldo.
Salvando las distancias, detrás de esta forma de entender la formación y el trabajo se esconde una misma filosofía: aprender un oficio trabajando mano a mano con aquellos que han hecho de esa profesión su modo de vida.
Desde UPTA (la Unión de Profesionales y Trabajadores Autónomos) quieren ir aun un paso más allá: fomentando el emprendimiento, eso sí, no a cualquier precio. Con la figura del aprendiz como punto de partida y con el doble objetivo de evitar que se cierren más negocios y que el sistema pierda cotizantes, esta asociación de autónomos ha presentado al Gobierno su plan de relevo generacional. Una iniciativa con la que pretenden «cambiar la cantidad en el emprendimiento por la calidad», según explica a MERCADOS su secretario general, Eduardo Abad Sabaris.
Pero, ¿en qué consiste la propuesta de UPTA? Se trata de darle una salida profesional a jóvenes en paro que ni estudian ni trabajan, de tal manera que se queden con un negocio -un bar, una casa rural, un taxi, un centro de ocio infantil, una peluquería,etc- una vez que el propietario se jubile. Pero no de cualquier manera.
En primer lugar, se deberían facilitar los encuentros entre autónomos que quieren jubilarse y jóvenes que desean emprender, especialmente, los inscritos en la Estrategia de Emprendimiento Joven. Una vez que se ha producido ese contacto, el interesado aprendería durante los dos últimos años de vida laboral del dueño del negocio todos los detalles del oficio que va a heredar.
De tal manera, sostiene Abad, que «el autónomo le transfiera (al aprendiz) todo el conocimiento que ha acumulado a lo largo de los años para que éste alcance un mínimo grado de profesionalidad que le permita continua con la actividad y que ésta no se cierre una vez el autónomo se jubile».
Como paso previo a este plan de relevo generacional, desde UPTA han incluido una enmienda específica a la Ley de Medidas Urgentes del Trabajo Autónomo, con el fin que se modifique el acceso a los contratos de formación para trabajadores autónomos sin asalariados, algo a lo que en estos momentos no pueden acogerse.
Esta iniciativa surgió al mirar hacia el futuro. «La generación del baby boom (los nacidos entre 1945 y 1964) se jubila y en los próximos años calculamos que un total de 550.000 autónomos desaparecerán del mercado, principalmente por razones de jubilación. Esta situación, sin duda, hará mella en el actual sistema de pensiones. Por eso, creemos que este plan de relevo generacional puede ayudar a aliviar la situación. Se hace imprescindible garantizar que un amplio número de estos negocios siga funcionando», advierte Abad.
Desde UPTA estiman que con este plan se podrían salvar unos 10.000 negocios anualmente, lo que en términos económicos «significaría garantizar ingresos en la Seguridad Social, los impuestos directos e indirectos, además de un esfuerzo menor de futuras inversiones para conseguir incorporar al mercado de trabajo a personas que o bien ya no son admitidas o aún no han comenzado».
Asimismo, esta iniciativa serviría para que, en lugar de crearse nuevos negocios que en la mayoría de los casos terminan en fracaso, se apostará por continuar con actividades que han demostrado a lo largo de los años que son rentables.
Para Abad Sabaris, «la burbuja del emprendimiento es una realidad que nadie puede cuestionar», como demuestran las cifras. En 2016, hubo alrededor de 700.000 entradas nuevas en el Régimen Especial de Trabajadores Autónomos (RETA) pero desaparecieron 680.000. Y esto demuestra, según el secretario general de UPTA, que, «a pesar de los grandes esfuerzos que la Administración viene desarrollando para el fomento del autoempleo», los ingresos netos «son casi imperceptibles».
En su opinión, la tarifa plana no ha servido para que se produjera un crecimiento exponencial en el RETA. Así, desde el año 2013 cuando se puso en marcha esta iniciativa, más de 1.300.000 personas han decidido emprender. Sin embargo, a lo largo de estos cuatro años, de 2013 a 2016, tan sólo se observa un crecimiento neto en el número de afiliados al Régimen Especial de Trabajadores Autónomos de 168.379.Las altas se han producido a razón de 715.043, 782.356, 736.665 y 711.533 respectivamente en ese periodo. Por el contrario, las bajas han tenido la evolución siguiente: 686.228, 707.558, 697.446, 685.986.
Las altas se han producido a razón de 715.043, 782.356, 736.665 y 711.533 respectivamente en ese periodo. Por el contrario, las bajas han tenido la evolución siguiente: 686.228, 707.558, 697.446, 685.986.
Para la asociación, las conclusiones a la vista de estos datos «son evidentes y ponen de manifiesto que la alta rotación en el sistema viene dada, entre otros motivos, porque en la mayoría de los casos se ha emprendido por necesidad y no por oportunidad o vocación». Además, añaden, «se ha empujado hacia el emprendimiento a miles de personas que por estricta necesidad de seguir en el mercado de trabajo han decidido probar fortuna en el mundo de los negocios, sin ser éste un sector que admita la suerte como una de las causas de éxito».
En opinión de Abad, «éste es el resultado de una excesiva creación de expectativas en torno a la figura del emprendimiento». Por eso, considera que ha llegado el momento de apostar más por «la calidad» que por «la cantidad». Y ahí es donde se enmarca el plan de relevo generacional. «De nada sirve que se desarrollen políticas por parte de las administraciones públicas para el fomento del emprendimiento y del trabajo autónomo», insiste, «si no se acompañan de mecanismos para tratar de garantizar el éxito».
Y es que lanzarse a montar un negocio no sólo consiste en tener una idea y algo de financiación, se necesita un plan y un asesoramiento inicial para evitar que el sueño termine hecho añicos. De hecho, más del 70% de las actividades económicas que se ponen en marcha no supera los dos años de vida.
Desde la Federación Nacional de Trabajadores Autónomos (ATA) también están promoviendo el relevo generacional con encuentros entre empresarios que buscan a alguien que garantice la continuidad de su negocio y profesionales dispuestos a tomar el relevo y que apuestan por el autoempleo como salida laboral.
Así, en lugar de empezar de cero, se les ofrece la oportunidad de ponerse al frente de un negocio que ya está en marcha, con un producto o servicio demandado y una cartera de clientes, lo que reduce de forma considerable los riesgos e incertidumbres, y proporciona mayores garantías de éxito.
Además, señalan, «a través de este relevo generacional se apoya y fomenta la economía local, se evita el cierre de negocios ya consolidados y se da continuidad a actividades u oficios que podrían verse abocados de otro modo al cierre».
Tanto ATA como UPTA consideran que la nueva ley de autónomos (que se encuentra en fase de enmiendas en el Congreso) debería contemplar un plan de bonificaciones a las contrataciones de jóvenes que quieran aprender un oficio, para facilitar de este modo el relevo generacional. Además, proponen que se genere un «colchón social» para los autónomos de más edad mediante reducciones de cuota a la Seguridad Social para que puedan mantener durante más tiempo sus negocios abiertos.
Sin embargo, la ley que despertó tantas expectativas entre el colectivo autónomo va camino de convertirse en papel mojado. Desde UPTA critican que las enmiendas que se están introduciendo en lugar de sumar están restando, dejando fuera algunas de las reformas que el colectivo consideraba imprescindibles y que sí estaban en la propuesta inicial.
Y, mientras tanto, el tiempo pasa y los más de tres millones de autónomos que esperaban lo que iban a ser una «medidas urgentes» continúan sin que sus reivindicaciones se vean atendidas y sin poder poner remedio a los problemas con los que tienen que enfrentarse cada día.
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