La creatividad es la base para que un negocio funcione, y la innovación, su puesta en práctica. Con ellas se consigue superar retos, mejorar la eficiencia de los procesos en cualquier ámbito empresarial y, en definitiva, ofrecer mejores productos que respondan a necesidades. Por tanto, la creatividad debe ser considerada como lo que es: el mejor activo de una compañía.
Por ello, en la empresa se debe fomentar la creatividad recabando toda la información que sea posible y aprendiendo de los errores, incluso estableciendo un plan estratégico mediante un trabajo específico. Hay que aplicar métodos para su desarrollo, como el Design Thinking, y también ser conscientes de los obstáculos o impedimentos con los que se encuentra, tales como el miedo a asumir riesgos o la falta de confianza en el producto.