Según el Global Entrepreneurship Monitor, el 31% de las iniciativas emprendedoras consolidadas son impulsadas por personas entre los 55 y los 64 años y el 39%, por perfiles que oscilan entre los 45 y los 54 años. Su experiencia vital es un activo para momentos de crisis e incertidumbre. Tienen mucho que aportar a la sociedad por su experiencia en otras crisis, y están acostumbrados a resolver problemas y a adaptarse a los cambios, Esta amplia trayectoria les proporciona una mayor capacidad crítica y más templanza a la hora de tomar decisiones.
Sin embargo, gran parte de los sénior que acaban emprendiendo lo hacen por necesidad. Al haberse quedado sin empleo, buscan una nueva oportunidad, conscientes de la dificultad que supone intentar regresar con su edad al mercado laboral.